Las cosas que vemos son las
mismas que llevamos. No hay más realidad que la
interior. Por eso la mayoría de los humanos vive
tan irrealmente, porque cree que las imágenes exteriores
son la realidad y no permiten a su mundo interior manifestarse. Se
puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce
lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría
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